Relaciones «tóxicas» de pareja

En los últimos tiempos, se ha popularizado el término «relación tóxica» y me resulta como una mala digestión: repetitivo, angustiante y con ganas de vomitarlo.

¿Por qué? Porque la atribución de “persona tóxica” etiqueta a las personas como si fuera una identidad completa; en lugar de distinguir, conductas que perjudican a otras personas dependiendo del contexto y la situación. Por si fuera, poco, todos/as podríamos ser tildados de ello dependiendo una vez más, de la situación y el contexto, ya que, su indefinición es a la vez, su definición.

En vísperas de la publicación de la canción de Shakira y Piqué y su “piquechispum-, con una sociedad dividida por las batallas de género, Islas de las Tentaciones y una execrable prensa rosa, nos queda a veces a los psicólogos, la ardua tarea de apaciguar las aguas. Las turbias aguas de los conflictos recrudecidos de pareja. Y en definitiva que las personas aprendan al menos, a hacerse menos daño.

¿Qué es una relación tóxica?

Popularmente este término podría aludir, a aquellas relaciones donde el vínculo de pareja, daña a las personas implicadas de una forma u otra. Este daño podría incluir a terceros como familiares, amigos o hijos, que se ven directa o indirectamente afectados por el vínculo de pareja.

¿Cómo identificar las conductas que dañan a la otra persona?

No existen per se conductas intrínsecamente nocivas para la otra persona, sino que están condicionadas por la historia de aprendizaje de cada uno, y el cómo se relacionan con distintas situaciones. De esta forma, para una pareja puede ser normal compartir sus teléfonos y para otra sin embargo, esto es una “conducta tóxica de control”. 

Las conductas no se definirían “tóxicas” por la descripción en sí misma, sino por el impacto o efecto que tiene en la otra persona.

Si por ejemplo, una persona considera que no hablar con la pareja durante todo el día por WhatsApp es algo normal, ya que de noche simplemente, se llaman; para otra esto podría ser “una conducta de abandono”, “ley del hielo” o de “introduzca nombre de marketing que proceda”. La cuestión, es que si esa conducta a la otra persona le hace sufrir, y la persona que la ejecuta lo sabe y no hace nada por cambiarlo, (quizás bajo sus valores, es algo coherente y correcto) la otra persona podría decir: mi pareja es un/a tóxico. ¿Es esto, algo justo para la otra persona? ¿Qué hacemos?

¿Cuándo se vuelve una relación «tóxica”?

Las personas se suelen preguntar, cuándo se vuelve tóxica una relación o cuál es su origen, y lo cierto es que no hay un momento exacto, tipo, el jueves 14 de enero a las 21,00 cuando me dijo: “no me hables”. Sin embargo, como forma topográfica o descripción de conductas más repetidas, están algunas como:

Cuando algunas de estas conductas u otras se repiten en el tiempo y las personas sufren al recibirlas, se suele decir que las relaciones, son «tóxicas» porque como función, suele estar el controlar, subyugar o manipular a la otra persona.

  • Dejar de hablar o desaparecer sin explicaciones.
  • Mirar el móvil de la pareja sin consentimiento.
  • Intentar que la conducta de la pareja esté bajo su control (forma de vestir, elección de trabajo…).
  • Insultar y/o humillar a la pareja.
  • Tratar de aislarla de sus amistades.
  • Hacerle sentir que está loco/a, por lo que dice o hace.
  • Forzar relaciones sexuales.
  • Irresponsabilidad del impacto que genera su conducta en el otro.
  • Hacerle sentir/creer que no tiene a nadie más que la pareja, o que no va a tener a nadie más. 
  • Culpabilizar al otro de los conflictos y/o victimizarse.
  • Devaluación de la persona, minimizarla, criticarla de forma «hiriente»…
  • (…)

¿Qué hacer cuando una relación se vuelve «tóxica”?

Normalmente las personas identifican estar en una relación tóxica con el paso del tiempo, cuando llevan tiempo sintiéndose incómodas, dolidas, tristes, inseguras o heridas en su relación. Esto puede deberse a repetidos conflictos, malestar mutuo, idas y venidas, y no parece llegarse a una comprensión definitiva.

Es importante señalar aspectos como:

  • Nadie nos obliga a estar con alguien: si de verdad alguien nos hace sufrir de forma continua y no hallamos la forma de que esa relación funcione, la solución es clara: ponle fin a la relación.
  • Intenta apoyarte en otros vínculos: si llevas mucho tiempo en una relación absorbente, es posible que tu círculo de relaciones se haya estrechado mucho. Es importante que te apoyes en aquellas personas que te quieran y te aprecien para salir de esta situación.
  • Las personas cambian, si se dan las condiciones oportunas: ¿Nos rendimos demasiado pronto? Las personas, dadas unas condiciones, cambiamos. Esto quiere decir que si algún conflicto se recrudece, habría que ver si estamos siendo compasivos con el otro, o tendríamos que sobreponernos más, si estamos cediendo mucho o demasiado poco. La pareja y las relaciones en sí, son una constante negociación y tenemos que aprender a hacerlo.
  • Las personas no son productos de Amazon: al hilo del punto anterior, recalcar que en una era donde las personas en sí, a veces parecen tener poco valor, quedan reducidas a términos de reemplazo combinadas con altas dosis de egocentrismo, parece un acto revolucionario: intentar reparar las relaciones, aunque sea para terminar cordialmente. Es verdad que somos más de 7 millones de personas en el mundo pero, ¿acaso eso justifica que las personas queden reducidas a términos como «tóxico» y se desechen sin más? Si la relación no funciona, al menos, dentro de las posibilidades de ambos, sería interesante, por el bien del otro, hacer el menor daño posible.

Poncio-Pilato de los hechos vs Negociar en las relaciones

Es mucho más fácil lavarnos las manos y decir “Alex es un tóxico” que molestarnos en: preguntar por qué hace lo que hace, intentar comprenderle, negociar si no nos parece bien, poner límites, solicitar cambios, e intentar, amablemente, hacer comprender a la otra persona cómo nos hacen sentir sus conductas. Como también, aprender a pedir lo que queremos o necesitamos.

Por la historia de cada uno y su forma de relacionarse, cada persona aprende qué es lo más o menos correcto en cada situación, y por lo tanto, es responsabilidad de ambos, hacer ver a la pareja, qué le molesta y qué no, para poder juntos, acordar puntos de encuentro. Porque si esto no se llevara a cabo… ¿acaso alguna relación estaría destinada a perdurar en el tiempo? Por otro lado, ¿tenemos que permanecer en una relación que nos hace sufrir de forma constante? Ya lo creo que no. Por otro lado, ¿existen relaciones sin sufrimiento o es una utopía? ¿Qué sufrimiento estaría legitimado si así fuera y cuál no?

Si sientes que vives en una relación “tóxica”, y no sabes cómo salir, o estuviste en una y aún tienes dificultades para avanzar, puedes escribirnos a hola@lauragares.com

Un abrazo,

Laura Gares

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