Suena el despertador, ay qué dolor, se dispone un nuevo día, no siento alegría. Suena el teléfono, ay qué ilusión, abriré en un segundo, otra notificación.
Las habilidades para relacionarnos con otras personas es una concepción que habríamos de darle una vuelta en la actualidad. La forma en que nos relacionamos gracias (y por desgracia) al universo digital, ha llegado a modificar en gran medida, la concepción que tenemos de las relaciones, la comunicación, la duración, las oportunidades… y un largo etcéctera.
La manera en la que nos comportamos socialmente no es la misma que hace 5, 10 o 20 años, especialmente porque la experiencia de sociabilidad, se extrae en muchas de nuestras vidas, desde la experiencia digital. Así mismo, dentro de nuestro contexto actual, no nos comportamos igual en una red social que en otra, al igual que con nuestros amigos o en una fiesta. Las habilidades sociales requieren contextualizarse en su período temporal, contextual y específico.
En ese punto habríamos de preguntarnos… ¿cómo son las habilidades sociales de los adolescentes en 2022? ¿Y de los adultos nacidos entre el 1980 y 1990? ¿Y cómo serán pues, las habilidades sociales de los nacidos a partir de 2020?
Estas variables, que nada podrían dejarnos indiferentes, en ocasiones se prestan a ser como un elefante en la habitación. Parecieran inocuas y sin embargo, están ejerciendo un gran impacto de influencia de nuestras conductas sociales diarias.
No es que el ser humano deje de responder a los mismos patrones de aprendizaje que en otros contextos, pues los principios no varían, lo que varía son los contextos donde se dan las formas de conducta.
¿Cómo entonces pudiéramos abordar el tema de las habilidades sociales si los contextos donde nos relacionamos están en la red? ¿Separamos las intervenciones? ¿Habilidades sociales dentro y fuera de la red? ¿Empezaremos a aplicar psicoterapias en el metaverso?
Las habilidades sociales pudiéramos definirlas como las respuestas adaptativas de las personas en su interacción con otras. Y el término adaptativo, tan escurridizo en esta definición y que sin embargo, desde el marco conductual, es imprescindible para entender por qué cada persona se comporta como se comporta.
Y es que las personas aprenden a comportarse con otros basándose, por un lado, en sus historias de relaciones previas, y por otro, en lo que entienden “mejor” para cada situación particular. El problema es que muchas veces, no tienen en resultado que desean. ¿Por qué no? Porque median muchos factores, tanto presentes como pasados, en las interacciones sociales.
¿Y esto qué implica? Que en cada interacción nos están influyendo factores que están sucediendo en ese momento, reglas de cómo comportarnos generadas durante una vida, valores sociales, culturales, y ya si acaso también, vemos qué le pasa a quién tenemos delante. Si encima le metemos variables digitales, ¡acabáramos!. Es bastante más complejo de lo que a simple vista parece, y precisamente eso, nos hace tan diferentes entre sí, y a veces tan similares en grupo.
Realmente, muchos libros de autoayuda están poblados de cómo ser el más crack en X cosas, pero me temo que de no estar bien descritas las bases por las que operan, indicaciones precisas de cómo comportarse sin tener en cuenta quién, ni en qué condiciones, pueden resultar precisamente, desadaptativas. Porque las personas podrían estar más pendientes de cómo comportarse en base a unas reglas de un libro o un crack, que de estar pendientes de lo que ellos mismos y otras necesitan.
Atender a las necesidades personales y ajenas
Estar en la interacción, entender qué siente uno, qué siente el otro, qué necesita uno, y qué necesita el otro, y saber moverse en ese ambiente como pez en el agua, requiere relacionarse mucho con diferentes personas en múltiples ambientes, y recibir consecuencias naturales de las mismas.
Las audiencias nos enseñan bien qué es lo que esas audiencias concretas refuerzan o no. Y lo que refuercen dependerá de muchas variables, entre otras, valores sociales, culturales, ideologías, beneficios secundarios…
Ahora bien, estar a la merced del refuerzo social es algo que a nadie nos es ajeno y que sin embargo, hay que comprender que tenemos influencia activa en ello.
Y es que en muchas ocasiones, las conductas asertivas, educadas, etc., reciben por desgracia, castigo social. Se enaltecen conductas, por ejemplo, maleducadas, ideológicamente inclinadas «a» o “bullies” y se configuran así, esas supuestas habilidades sociales en esos ambientes. Ejem ejem, Twitter es un gran ejemplo. Ser majo en ese contexto, socialmente no está tan reforzado. Los que parecen más radicales en esa red (porque igual en la vida real, esas conductas no las manifiestan), parecen en ocasiones, tener más éxito social. Porque los likes y retweets operan como reforzadores sociales.
Y así, en todos los contextos de nuestra vida, sean familias o grupos de amigos. Precisamente por esa variabilidad, los individuos aprenden a comportarse de muchas formas dependiendo del grupo social y su contexto.
Rompiendo la crisma
Mis introducciones a estos temas quizás no son las esperadas y sin embargo, espero que te hagan pensar. Seguiremos deshilando estos temas.
Te añado un podcast que realicé hace tiempo relacionado con este tema:
Si te gustaría que te ayudara, escribe a hola@lauragares.com
Un abrazo,