Algunas estadísticas apuntan que la depresión es una de las epidemias del siglo XXI, ¿qué sucede? ¿Estamos más hiper-conectados que en cualquier época de la historia pero con mayor sensación de soledad que nunca? ¿Soledad acompañada de gente anónima? ¿Inputs digitales que simulan ser compañía? ¿Qué te acompaña al ir a la cama cada noche? ¿Un incesante devenir de vídeos sin orden ni sentido?
En este artículo haremos un breve recorrido por algunos puntos que podrían enfatizar en nuestra época, la relación depresión-soledad.
Soledad digital
La sensación de soledad azota nuestra población como telón de fondo en un espejismo de fotos felices en redes sociales: ¿somos en redes el teatro de nuestra propia época?. En estos momentos me acuerdo de la película La vida es bella donde el abnegado padre fingía de forma simpática la peor de las situaciones posibles. Bajo los ojos de un niño, nada era tan realmente malo, pues, a fin de cuentas, había sonrisas y buenos gestos. La apariencia parecía la realidad. Y hasta cierto punto, nos lo habíamos creído, hasta como es evidente, el continuo contraste digitalidad-realidad es una continua fábrica de frustración.
Sin embargo, tal y como cita Marino Pérez en su maravilloso libro “El individuo flotante”, el hombre-teclado-pantalla, está solo ante ese mundo que se le muestra. Por lo tanto, ante trabajos, quehaceres y tiempos muertos, pasamos gran parte de nuestro día a día solos-juntos, como detalla en su libro.
¿Pero es la digitalizad la única causa que se escondería tras la soledad y la tristeza? Por supuesto que no. Habría muchas más.
‘No soy necesario’.
Una de las cuestiones que también podría estar detrás de esta perpetua sensación de soledad, es que a nivel de recursos, los integrantes de la población somos seres totalmente anónimos, prescindibles y reemplazables por cualquier persona. Esto nos confiere la sensación de que por suerte, (por suerte entre comillas), nuestras necesidades básicas están cubiertas por perfectos desconocidos que apenas tendremos alguna vez algún contacto, jamás sabremos su nombre, ni su historia, ni nada. Cualquier necesidad, sea una hamburguesa esta noche, cambiar de compañía de teléfono, sexo o unas zapatillas nuevas, a golpe de click, se puede obtener. El trueque de recursos no del todo diluido hasta nuestros tiempos por el tejido de las relaciones, se dilapida a medida que la individualidad prescinde de relacionarnos para obtener recursos. Con dinero y un smartphone puedes obtener prácticamente todo lo que necesitas.
La sensación, especialmente en las ciudades grandes, de que realmente, nadie nos necesita para seguir, nadie nos echaría en falta, que el mundo se las apaña perfectamente sin nosotros, podría enfatizar, esa sensación de soledad depresiva.
Depresión por soledad
Bien es sabido por multitud de estudios que las relaciones humanas relevantes y de calidad son factores de protección psicológicos para multitud de problemas. Las relaciones humanas, además de proveer de recursos básicos a nivel de material, proveen de las cuestiones que más relacionadas están con la salud mental: los vínculos.
Las personas somos a través de los otros: quiénes somos, cómo nos sentimos con nosotros mismos, nuestro tiempo libre, nuestras metas… Hay otras personas implicadas. Generalmente son personas relevantes para nuestra vida, donde entendemos que son vínculos basados en valores compartidos: pareja, amigos, hermanos, padres… Y en la medida que estos vínculos, bien por escasos, bien por vínculo de calidad cuestionable, la persona puede llegar a percibirse más sola, y por ende, más triste. Y es que la soledad es uno de los miedos inherentes del ser humano y para lo que no está filogenéticamente dispuesto.
La sensación de soledad suele ir emparejada con la tristeza, sobrevenida de pobres vínculos, escasos, o ambas.
Las razones por las cuales estos vínculos sean de esta forma pueden ser variados en función de la persona, como por ejemplo, por tener dificultades en habilidades sociales, entre otros.
¿Soledad por depresión o depresión por soledad?
Esta relación huevo-gallina pareciera retroalimentarse: la sensación de soledad suele evocar emociones de tristeza; y la depresión se acrecenta por la sensación de soledad, ya que en ocasiones, las personas con tristeza tienden a aislarse. O si acaso, las relaciones que tienen se acaban cansando o se alejan de la persona depresiva debido a su malestar, lo que de forma circular, enfatiza el malestar, la depresión, y la soledad.
Para romper ese círculo vicioso, a veces es necesario ayuda profesional, ya que la situación contextual de la persona y la forma en que se desenvuelve en su medio es tan particular como personas hay en el mundo.
Si es tu caso o alguien cercano para ti, puedes escribirme a hola@lauragares.com
Un abrazo,