La ansiedad… Esa sensación tan desagradable en cuanto a manifestaciones físicas, cognitivas y conductuales… Por si fuera poco, se presenta sin avisar… al despertar o al acostarnos… ¿Qué pasa? ¿Mi cuerpo está bien?
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad al igual que pasa con la depresión y otros problemas psicológicos, dependiendo del paraguas conceptual en el que se ampare, podrán describirse como enfermedad, trastorno, patología… Pero bajo el marco conductual la vamos a definir de otra forma.
La ansiedad en términos conductuales podemos definirla como una situación* que en interacción con ella, el individuo experimenta un conjunto de manifestaciones físicas y conductuales, entre ellas:
- Manifestaciones físicas: palpitaciones, sudoraciones, calor, sensación de falta de aire, mareos, temblor…
- Manifestaciones conductuales: pensamientos de tipo catastrofistas o anticipatorios, pérdida de contacto con la realidad, conductas de comprobación, intentos de control diversos, escape de la fuente de malestar, actividades de distracción… *(cogiendo prestada la definición de Marino Pérez sobre la depresión como “situación”).
Las conductas y sensaciones físicas específicas serán diferentes en función del caso personal de la persona. Esto tendrá que ver con la historia de aprendizaje en la que la persona ha aprendido que un estímulo o conjunto de estímulos determinados tienen propiedades desagradables y/o ansiógenas de forma condicionada. Si esto se perpetúa en el tiempo y los intentos de manejar la situación, han llegado paradójicamente, a mantener el problema, se considera un problema que interfiriere en la vida de la persona.
Diversos enfoques, si se asocia a temas específicos le ponen a la ansiedad «nombre y apellidos» como “trastorno por X” o “fobia a X”. Es común encontrar nombres como:
- Ansiedad social o Fobia social
- Fobia a conducir, fobia a la sangre, fobia a las cucarachas …
- Trastorno de Ansiedad Generalizada…
La particularidad de ponerle nombre y apellidos a la ansiedad simplemente viene de a qué estímulos condiciona cada individuo, por su circunstancia, los síntomas de ansiedad. En la práctica, los procedimientos para ansiedad a conducir no distarán mucho de los de “fobia social”. La clave estará en cada caso, conocer las particularidades de cómo se creó ese condicionamiento y cómo se mantiene en el presente. Para ello se realiza un análisis funcional de cada caso.
Pero lo que se conoce como ansiedad, realmente, siempre es la misma, es decir, es el mismo cuerpo, el mismo sistema nervioso autónomo activándose asociado a “cosas” o estímulos. Y esa activación desagradable, se puede intentar “paliar” con conductas que, aunque a corto plazo nos puedan ayudar, a largo plazo nos pueden llevar a sostener el problema sine die.
«¿Por qué me encuentro mal por las mañanas? Tengo angustia al despertar”.
El hecho de que la ansiedad emerja al despertar o al acostarse, podría tener que ver con la interacción de múltiples variables:
- Dormir tal vez es el único momento que le concedemos a nuestro cuerpo en el día para relajarse, y precisamente por ello, el momento donde quizás, somos más conscientes de problemas que podemos tener.
- Reducción de estímulos contextuales: al despertar o al acostarnos, todavía no ha irrumpido la llamada de estímulos y demandas sobre nosotros. El hecho de anticipar que toda esa marea de trabajo, tareas o situación adversa X está por llegar nada más abrir los ojos, puede estar relacionada con esa ansiedad al despertar.
- Tal vez se usa el móvil al despertar o al acostarnos, y esa asociación tiene implícita relación con la ansiedad: discusión con pareja, bombardeo de estímulos en redes sociales, conversaciones con personas, lectura de noticias que nos producen malestar…
- Contexto desfavorable: Si dormir está ejerciendo una función evitativa, podría ser un espacio de “calma” donde al despertar, nos devolvemos a una vida, un ritmo y una realidad que tal vez, tener que enfrentarla un día más, nos lleva a experimentar esas sensaciones de ansiedad.
¿Técnicas de relajación o mindfulness para la ansiedad por las mañanas?
En ocasiones me planteo si realmente, los ejercicios popularizados de meditación o mindfulness son en realidad, una benzodiazepina conductual para la ansiedad. ¿Hasta qué punto puede ser incapacitante a largo plazo el hecho de ponernos a meditar si la vida nos clama a poner soluciones en otros ámbitos? ¿No se podría parecer al consumo de psicofármacos ansiolíticos para eliminar la ansiedad?
Y voy más allá: ¿Es la ansiedad realmente el problema, o la situación que la sostiene? Tal vez la ansiedad es una gran aliada para avisarnos de que algo no anda bien en nuestra vida.
Aclarar que nada es la panacea, y que practicar mindfulness o ejercicios de relajación, pueden sumar en algunos casos, un plus de bienestar y efectividad, pero entendiendo por supuesto, la función que están cumpliendo. Puede suceder igual con el deporte. Ambos casos podrían ser bastante más beneficiosos para los síntomas de la ansiedad, especialmente por la diferencia de efectos secundarios…
En este caso, enmarco las técnicas de relajación como un plus, más propia en aquellos casos donde verdaderamente, no se puede hacer nada más que transitar por la aceptación y añadir espacios de calma. En circunstancias en las que el individuo cae y no puede deshacerse de ellas por más que lo pueda intentar, puede ser más que interesante su añadido, sin ser tener que ser imprescindible.
Pero ¡ojo! En una vida donde realmente, hay variables que precisan de nuestra atención, las técnicas de relajación pueden funcionar exactamente igual que usar el móvil o dormir 14 horas: como una técnica de evitación.
La ansiedad puede tener matices diferentes, dependiendo del caso, bien asociadas a eventos concretos y momentos concretos, o bien, en un plano más largoplacista y existencial y que puede tener que ver con cómo el individuo concibe su vida y cómo la está llevando.
Si tienes problemas de ansiedad, si los intentos de solución hasta ahora no te han dado la serenidad que buscas, si te encuentras limitado/a por los síntomas físicos/conductuales de la misma, lo mejor que te puedo decir es: acude a un psicólogo/a.
No tenemos por qué saber solucionar todo por nuestros propios medios y está bien. Pedir ayuda profesional es en ocasiones, lo que mejor te puede ayudar a largo plazo para tu vida.
Un abrazo,
Laura