“Si te quisieras, no estarías con esa persona”, “Si me quisiera sería feliz”, “¿Por qué no me quiero?” “Soy horrible”.- Tal vez en algún momento te han dicho alguna de estas frases, o tal vez tú mismo/a en alguna etapa de tu vida.Es posible que en ocasiones desearas trasplantarte en la piel de una persona que parece quererse mucho a sí misma. Sin embargo, por más auto-consejos, likes y operaciones que puedas estar haciéndote, parece que el ansiado autoamor o amor propio nunca llega. ¿Qué es eso, cómo se consigue?
Amor propio – Definición funcional
Este coloquial término aludiría al conjunto de conductas encaminadas a reforzar la relación con uno mismo (yo). La relación de amor hacia uno mismo, se entendería por dedicar, tiempo, atención y esfuerzo a aquellas áreas de valor que cada persona considera importante. Por lo tanto, el amor propio tendría que ver más con tener claro lo que es valioso para uno, y la coherencia conductual con ello.
Además, como amor propio y autoestima vendrían a entenderse como sinónimos, añadiríamos que las conductas de “autoamor” privadas (pensamientos) hacia lo que uno es, dice o hace, estarían provistas de compasión y respeto. De esta forma, la persona que quiere cuidar la relación consigo mismo/a, si comete un error no se diría “eres un gilipoll*s” sino más bien, sonaría como “Este error es importante. Apréndelo para no volver a cometerlo y sigue adelante”.
Como puedes ver, no se trata de indulgencia o vanidad, se trata de autocompasión con uno mismo.
El Amor Propio viene de la relación con los otros
Frases como “quiérete” “si tú no te quieres nadie te va a querer”, son una completa MENTIRA. Si sí, mentira. El yo, el concepto que tenemos de nosotros mismos, lo bien o mal que nos sentimos con lo que somos, decimos, vestimos o hacemos, tiene que ver con la validación que hemos recibido de otros en el pasado y en el presente. La validación podría ser en forma de atención, halagos, personas atraídas por nosotros, likes en instagram, ofertas de trabajo, etc.
Pero esto tiene un aspecto muy frágil, y es estar a merced de ello. ¿Qué quieres decir, Laura? – Pues que la identidad, cómo nos sentimos a solas, cómo aprendemos a amar, recibir amor, y darnos amor, tiene que ver primero con la experiencia social, pero se mantiene como una decisión personal. Es decir, al igual que para mantener la relación con un amigo o tu pareja tienes que cuidarle, darle tiempo, atención y buenas palabras, a la tuya contigo mismo/a también.
Juego de teleñecos o Be or not to be
Aunque pueda parecer un poco psicoanalista este término del “yo” – no tiene nada que ver. El yo es una posición donde nos situamos para observar el mundo. Y a partir de ahí, surgiría todo lo demás. Por lo tanto, ese “yo” que se “habla a sí mismo” – es lo que suele entender como nuestra propia conciencia. Es un “yo” que nota y se da cuenta de lo que siente, piensa, mira, toca o recuerda. Por lo tanto, si concebimos “el yo” como un lugar de observación, la forma de cuidar esa relación es conocer qué valora ese “yo”, qué conductas riegan esas áreas valiosas, y cuáles no. Porque de esa coherencia con el cuidado del yo – surge esa sensación de amor propio.
¿Cómo cuidar mi amor propio?
Tal vez una revista del corazón te diría date baños de espuuuuma, ponte cremittttas, música relajante, sal con tus amiiiiigas… Y todo está de lujo pero es una receta de bocata de calamares para los que no tienen dientes. Perdón, quería decir, que no vale para todo el mundo lo mismo. En este sentido, tal vez para ti, la sensación de bienestar hacia tu espacio a solas y tu relación contigo mismo/a, sea pasear media hora al día, leer, trabajar en lo que te gusta, hacer un voluntariado, dar cariño a los tuyos, efectivamente ponerte las cremas o qué se yo. Primero habrás de averiguar, qué es lo importante para ti, y a partir de ahí, traducir a conductas tangibles del día a día. Tan fácil y tan difícil como eso.
Si crees que puedo ayudarte, escríbeme a hola@lauragares.com
Un abrazo lleno de amor pa’ti.